MotoGP

¿Quién lleva el motorhome de los pilotos de MotoGP?

¿Cómo es la vida de los conductores de los motorhome de Marc Márquez y Pol Espargaró? Hablamos con ellos para que nos descubran cómo es una parte muy desconocida de las carreras.

¿Quién lleva el motorhome de los pilotos de MotoGP?

Detrás de las bambalinas de un Gran Premio de MotoGP siempre hay historias de personas anónimas que resultan fundamentales para el óptimo desarrollo de cada carrera. Los pilotos son el centro de todo, obviamente, pero para que todo funcione, estos se tienen que sentir cómodos y a gusto, no solo sobre su moto, sino también cuando se bajan de ella.

El motorhome, la caravana donde los pilotos reposan entre sesiones, donde descansan, se relajan y se aíslan de todo, es una pieza importante para disfrutar de un Gran Premio perfecto. En el pasado histórico de este deporte, eran los propios pilotos quienes viajaban de una carrera a otra conduciendo sus propias caravanas. Los británicos eran mayoritarios en este deporte y, cuando llegaba la primavera y empezaba la temporada de Grandes Premios en Europa, solían desplazarse juntos por el continente, de carrera en carrera, como una troupe circense. De ahí el apelativo con el que se conocía al Mundial: Continental Circus.

Mucho ha cambiado la historia desde entonces. Por fortuna para los pilotos, sus desplazamientos son más cómodos y rápidos. Los pilotos de Moto2 y Moto3 deben dormir en hoteles fuera del circuito o alquilar alguna de las GP Rooms, pero los pilotos de MotoGP siguen necesitando su motorhome, así que alguien se tiene que encargar de ellos. Las restricciones de espacio dentro de los paddocks de los circuitos han hecho que ya no sean tantos los motorhomes existentes, pero todavía quedan unos cuantos, entre ellos los que pertenecen a los pilotos Repsol, Marc Márquez y Pol Espargaró.

¿Cómo es su trabajo, cómo es el día a día en las carreras y entre las carreras? Para conocerlo mejor, hemos hablado con Juliá Márquez, que además de padre de Marc y Àlex Márquez se ocupa del motorhome que ambos comparten, así como con Joan Ferrando, que atiende el de Pol Espargaró.

Hay que reconocer que es un trabajo sacrificado, que con frecuencia obliga a realizar largos desplazamientos fuera del hogar: «La vida de conductor de motorhome normalmente es de dos a tres semanas al mes fuera de casa, que conlleva montar, viajar, limpiar y hacer mantenimiento del motorhome”, explica Juliá. «Mi vida como conductor de motorhome es apasionante –nos cuenta Joan–. Puede que suene como pretencioso, pero me siento un afortunado. Las motos siempre han sido mi pasión, y cuando tu pasión se convierte en tu trabajo, pues lo puedes imaginar: es el sueño hecho realidad. En cuanto al trabajo, hoy en día estos camiones son muy nuevos, automáticos, fáciles de conducir, muy cómodos, y el montaje una vez que lo tienes por la mano no es complicado. Hay que tener cuidado porque tiene muchos elementos hidráulicos y con una equivocación puedes provocar un pequeño desastre”.

El trabajo no se reduce a conducir y desplazarse al circuito en cuestión. Hay que viajar de forma anticipada para prever cualquier contratiempo y asegurar la presencia en el circuito según el plan previsto, porque la logística de cada carrera es como una coreografía bien sincronizada. «Solemos salir el domingo o el lunes a primera hora de la mañana, a las 6 o las 7. Viajamos al circuito y nos quedamos a dormir allí. El martes lavamos el camión, y después de comer aguardas tu orden de entrar al circuito para montar el motorhome”, nos cuenta Juliá. «Entre carrera y carrera nos vamos al siguiente circuito para dejar el camión aparcado allí y cogemos un avión de vuelta a casa. Y a la semana siguiente volamos el lunes al circuito para poder estar allí el martes y entrar. Si las carreras son seguidas, viajamos directamente al siguiente circuito y no volvemos a casa”. Es una cuestión de costes, explica Joan: «así evitamos mover tanto el vehículo, porque es más costoso en tiempo, dinero y en todo. Es más eficiente que viajemos los conductores en avión”.

Los días anteriores o posteriores a una carrera no es extraño cruzarse con ellos por la carretera: «Normalmente conducimos de día aunque por la noche haya menos tráfico, porque el sueño es el peor enemigo de cualquier conductor. Preferimos salir un día antes e ir sobrados de tiempo, y además así no rompes el ritmo biológico del cuerpo”, nos cuenta Joan. «Entre las carreras normalmente se vuelve a casa, pero también hay carreras seguidas que se solapan, pero te puedes llegar a pasar 18 días fuera de casa. Esto es quizás lo que se lleva un poco mal al principio, sobre todo cuando tienes hijos pequeños”. Juliá, en este caso, lo tiene más fácil porque conduce el motorhome de sus hijos.

Cumplir el plan logístico de la organización

Es importante en todo momento que el motorhome cumpla el plan logístico marcado por la organización del campeonato, que es quien se encarga de organizar todos los espacios del paddock, planifica las entradas y decide los emplazamientos que debe ocupar cada motorhome: «Tenemos entrada a los circuitos el martes por la tarde. La organización nos da el orden de entrada y el lugar donde estacionar”, cuenta Joan.

En este sentido el Brexit se ha convertido en todo un desafío para ellos: «El viaje a Silverstone es algo más complicado. Viajamos a Calais para cruzar en tren el Eurotúnel. Otros compañeros cruzan el Canal en barco. Luego pasas la aduana. No sé si habrá cambiado mucho con el Brexit, porque esta es la primera vez que vamos a viajar”, reconoce Juliá.

Joan, sin embargo, sí ha sufrido las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea: «El GP de Inglaterra no suele gustar y ahora con el Brexit es más complicado. Tienes que identificar con un documento qué tipo de vehículo es. Se pasan horas en la frontera”.

En las carreras españolas la dinámica es la misma, pero cambian los plazos dada su proximidad: «En las carreras en España no cambia mucho el trabajo. A lo mejor hay más gente conocida, familiares, amigos del piloto, hay más movimiento de gente, pero siempre es lo mismo”, admite Joan. “Tras la carrera dejamos el camión en casa y salimos un día antes para dirigirnos al circuito europeo que nos toque”, indica Juliá.

Ahora que al Mundial aborda un largo periodo de inactividad, es tiempo de vacaciones para todos, también para los conductores, que dejan todo preparado de forma anticipada para la próxima cita del campeonato. «Ante la temporada de vacaciones, nos vamos directamente al circuito que nos corresponderá tras las vacaciones, buscamos un parking de pago vigilado, dejamos allí el motorhome, y volvemos a casa en avión. Y después de las vacaciones regresamos allí para recuperar el motorhome, lavarlo y entrar al circuito”, nos cuenta Juliá.

Después de tanto viajar de un lado a otro de Europa, lo que más apetece es descansar en casa. «En vacaciones me quedo en casa, disfrutando de la familia, con mis padres, que son mayores, y disfrutas de la familia, tus hobbies… Bueno, lo que es estar de vacaciones, hacer lo que a uno más le guste”, dice Joan.

La vida en el circuito

¿Y cómo es la vida del conductor en el circuito y su relación con el piloto? «Yo atiendo el motorhome de Marc y Álex, y como soy su padre tengo el mismo trato que puedo tener en casa, ya que cuando trato con ellos es en el motorhome, que es una vivienda y es como si estuviéramos en casa. En cuanto al box, es su trabajo y ahí no tengo relación. No me meto en sus cosas”.

Para comer, cuenta con la colaboración de los responsables del hospitality del equipo, que se ocupan de atenderles, aunque también procuran que haya algo de alimento en el motorhome: «La comida del motorhome es sencilla, un poco de alimento no perecedero, y el resto de la alimentación viene del hospitality, aunque alguna vez sí que ha habido alguna pequeña celebración”, indica Juliá, en tono distendido.

«Normalmente las comidas son en el hospitality –indica Joan-, que se come muy bien, aunque el motorhome es como una vivienda, hay cocina, nevera, se podría cocinar perfectamente. Y si necesitamos algo en especial los cocineros no tienen ningún problema en prepararlo al momento”.

Uno de los momentos más complicados que han pasado como conductores de motorhome ha sido el duro periodo de pandemia, especialmente 2020: «El Covid sí que ha condicionado mucho los viajes –destaca Juliá–. Cuando parábamos a comer, era todo a base de ‘tupper’, comida precocinada, comer fuera de las áreas de servicio, o comer dentro del camión… Era muy diferente a la vida normal”.

Joan señala una dificultad añadida ante la continua incertidumbre de las pruebas, los posibles contagios, y las consecuencias que esto podría tener en su trabajo: «El Covid ha sido complicado. Si teníamos que entrar en un país, unas horas antes te hacías una PCR y siempre con el corazón encogido por si dabas positivo: ¿quién se haría cargo del camión, quién se encargaría del montaje? Porque claro, estos camiones son prototipo, hechos a medida. Somos cuatro conductores de motorhome de pilotos, y en caso de que uno se pusiera enfermo o tuviera un problema, siempre nos damos cobertura. Conducir el camión lo puede conducir cualquier profesional, pero el montaje requiere de cierto conocimiento, tiene su proceso y cada camión es único. Ahora, al menos todos estamos vacunados y vas con más tranquilidad. Dorna ha sido muy estricto, pero lo ha hecho muy bien, aunque a veces el programa tardaba en validarte el pase y se te echaba encima la hora de entrar. Yo lo pasé mal, porque cada carrera estabas sufriendo hasta que no tenías el PCR negativo y todos los OK…”.

Afortunadamente la situación es francamente mejor, aunque todavía no es completamente normal. No obstante, nada los detiene. Ahora disfrutarán también de su merecido descanso, y en unas pocas semanas, carretera y manta, para abordar los últimos Grandes Premios europeos antes de que el Mundial se encamine a su periplo por Asia y Oceanía.

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