Cultura Motera

Mi padre no lo sabe pero fue motero en los 60

3 minutos

La pasión por las motos tiene muchas formas. Se vive de muchas maneras. Hoy hacemos un «remember» de un auténtico motero que lo era sin saberlo.

Velosolex. Mi padre fue moterro en los 60.
Mi padre no lo sabe pero fue motero en los 60

Cuando mi padre era joven tenía una Velosolex. Se ve que era la única moto del pueblo. Mi abuelo se había dedicado toda la vida a la guarnicionería y cuando llegó el motor al campo vio la oportunidad de expandir el negocio vendiendo motos y motocarros de trabajo. Se recicló y le salió bien. Aunque le salió mejor a mi padre.

A principios de los 60 en España parecía que se levantaba la cabeza. Llegaba el turismo, venían los Beatles de gira y resultó ser un muy buen momento para tener una moto como la Velosolex, que en realidad no era otra cosa que una bicicleta muy robusta que bajo el manillar tenía un motor que transmitía potencia a la rueda delantera. Algo muy del otro jueves si contamos que lo normal en aquella época no era precisamente tener una moto.

Más tarde, ya en la Universidad, compaginaba sus estudios con clases particulares y traduciendo canciones en inglés y en francés para grupos de música. Con el dinero que consiguió se compró una Vespa de segunda mano. Por lo que me cuenta y por lo que noto que calla, aquella moto le hizo muy feliz. Alguna vez, cuando habla de aquella época, cuenta que se escapaba a ver a mi madre al pueblo desde la residencia. Había más 70 kilómetros de distancia. Y en aquella época, las carreteras no eran como ahora, no se llevaba casco y un largo etcétera. Una vez me contó que se le rompió una maneta del freno y tuvo que hacer todo el trayecto usando una llave inglesa en su lugar.

Uno crece. Hace su vida. Se distancia sin querer. Y ya no se dan esos momentos de intimidad con tu padre tan a menudo. Y es verdad que nunca le he dicho que cada vez que me subo por la moto, no siempre, pero sí muy a menudo, recuerdo que mi padre, aunque él no lo sabe, fue motero.

El tiempo pasa y mi padre ya tiene nietos. Y se hace mayor. Por eso me lo he llevado a Silverstone. Y le he visto vibrar. Emocionarse. Y no paraba de hablar de cómo habían cambiado las motos. Que para él, ir con la Velosolex a 40 ya le parecía ir muy rápido. Que con la edad de Marc él como máximo había llegado a coger los 80 kilómetros por hora. Estaba excitadísimo. Y feliz. Y nos hemos prometido repetirlo. Como mínimo con los Grandes Premios españoles que nos quedan: Aragón y Valencia.

Volver arriba

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Realizar un comentario implica la aceptación de nuestra política de privacidad