Cultura Motera

¿Cómo sería un Gran Premio si se siguiera el código de circulación a rajatabla?

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La intriga, el suspense, el buen hacer de los pilotos y el riesgo que corren en según qué maniobras, convierten el Mundial en un gran espectáculo. Así sería, con algo de imaginación, un Gran Premio de motos siguiendo el código de circulación.

Marc Márquez rodando frente a señal de stop
¿Cómo sería un Gran Premio si se siguiera el código de circulación a rajatabla?

Las sesiones clasificatorias para el Gran Premio dejarían una parrilla bastante apretada siempre que los pilotos respetaran las normas básicas en carretera, teniendo en cuenta que el circuito podría considerarse una vía rápida interurbana. Al no poder superar la velocidad máxima permitida, bajo riesgo de que la dirección de carrera, en nombre de la ley, les descalifique y les retire puntos del carnet, terminarían todos aproximadamente en el mismo segundo. Arañaría alguna décima el que consiga trazar las curvas lentas con mayor destreza. Y el que más se la juegue al límite del radar.

Antes de empezar la carrera, todas las motos deberían pasar por la correspondiente ITV. Ahí hay ciertos detallitos que pondrían complicado que pudieran pasar el examen. Como por ejemplo el ruido. Cualquiera que haya presenciado un Gran Premio en directo se habrá dado cuenta del ensordecedor rugir de las motos. Sería imposible que superaran la inspección a no ser que se les colocara algún tipo de sordina. También sería necesario que se les instalara intermitentes y retrovisores, por no hablar del caballete, la bocina y, cómo no, la matrícula. Resultaría curioso ver las motos con la placa del país de origen de cada uno de los pilotos.

A la hora de dar la salida a la carrera, lo primero sería respetar el verde. Esa es una de las pocas cosas que ya suceden en los Grandes Premios reales. Los pilotos no podrían adelantar por la derecha a no ser que haya un atasco. Tampoco podrían rebasar una línea continua, en caso de que existiera. La competición sería mucho más cuerpo a cuerpo, ya que la moto dejaría de ser tan determinante. Esas diferencias que a día de hoy se perciben sobre todo en las rectas desaparecerían, ya que no podrían superar el límite permitido. Cualquiera que entrara en boxes y volviera al circuito, lo haría por un carril de aceleración, así que no le quedaría más remedio que ceder el paso a toda las motos que vinieran por la calzada central. Mal negocio lo de parar a cambiar de moto cuando caen cuatro gotas.

Foto: Pexels

Cada Gran Premio tendría una velocidad máxima distinta en función del país en el que se celebre. En el caso de España, 120 km/h. Pero en Francia, Austria o Italia, por ejemplo, se podría llegar hasta los 130 km/h. El GP de Sachsenring (el último que se disputó, el 2 de julio, antes del parón veraniego) sería el único en el que habría manga ancha, ya que Alemania, en muchos tramos de autopista, permite que los coches y las motos vayan tan deprisa como quieran.

Al cruzar la meta, los primeros no podrían hacer rueda, ya que se consideraría conducción temeraria. Y lo de beber cava, solo si luego no se va a volver a pilotar. La seguridad en carretera, ante todo.

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