Tecnologia

Monos de competición: historia de una segunda piel

5 minutos

Los monos de competición han experimentado una asombrosa evolución a lo largo de los años. Hoy la repasamos.

Monos de competición de Ángel nieto, Álex Crivillé y Marc Márquez.
Monos de competición: historia de una segunda piel

Desde los comienzos de las competiciones de motociclismo, los monos protectores han tenido un relevante papel en la seguridad de los pilotos.

Cuando a principios del siglo XX los pioneros de las competiciones de motociclismo tomaban la salida en una carrera, la seguridad era probablemente la última de sus preocupaciones. La indumentaria de los pilotos resultaba tanto o más rudimentaria incluso que las máquinas que pilotaban.

Cascos de media esfera gafas con lentes de cristal, o guantes y botas “de vestir”, conformaban su equipamiento básico. Chaquetas y pantalones completaban el conjunto. Estaban confeccionados en piel animal y eso era probablemente lo único que tenían en común con las prendas que visten hoy en día los pilotos de MotoGP.

El traje de los pioneros era entonces de dos piezas. Tuvo que comenzar el Campeonato del Mundo en 1949 para que se iniciase una evolución cuyo primer gran paso fue dado por el británico Geoff Duke, el primer “Marc Márquez” del motociclismo de velocidad.

Cansado del constante flaneo de la ropa por la acción del viento y lo aparatoso de las caídas con un traje separado, Duke se llevó a las carreras a su propio sastre para confeccionar el primer mono de una sola pieza. No sólo era mucho más efectivo en caso de caída, sino que resultaba más cómodo y la aerodinámica del piloto también mejoraba claramente. No olvidemos que conceptos como el rebufo comenzaban a formar parte de las preocupaciones cotidianas de los pilotos.

Los monos de una pieza en cuero de color negro y sin publicidad estuvieron “de moda” durante las dos siguientes décadas. Se fueron añadiendo protecciones internas para mejorar la seguridad, pero no se puede decir que su tecnología progresase demasiado en este periodo.

Con la llegada de la publicidad de forma masiva en la década de 1970, los monos cambiaron de aspecto. Se desechó el negro para dejar paso a los colores de las marcas que financiaban las aventuras de fábricas y pilotos en un llamado “Continental Circus” que comenzaba a tener verdadero carácter mundial.

En aquel momento, un piloto entre muchos otros, Barry Sheene, dio otro gran paso adelante y desarrolló en conjunción con su proveedor de monos el primer protector lumbar desmontable, lo que vino a ser la clásica espaldera con faja que probablemente utilizas tú mismo hoy en día.

Sin embargo, todavía podía irse bastante más allá. Comenzaron a utilizarse protecciones más sofisticadas para hombros, codos y rodillas. El calado con mínimos orificios en la superficie del pecho apareció para rebajar la temperatura interna. Unido a la velocidad y el propio sudor del piloto, se convirtió en un inmejorable sistema de aire acondicionado.

En comparación con la actualidad, las décadas de 1980 y 1990 continuaron siendo tiempos de “pijamas y calcetines”, según recuerdan con ironía los pilotos de la época. A partir de entonces, los guantes y las botas comenzaron a emplear refuerzos más robustos y con ello se aumentó la seguridad de los pilotos.

La última década, sin embargo, ha visto llegar varios de los mayores avances. Costuras y articulaciones comenzaron a utilizar tejidos elásticos para favorecer la movilidad del piloto sobre la moto. También llegaron los apéndices pectorales para el interior y otras piezas menores con la misma función protectora.

Por último, el airbag ha revolucionado la seguridad, ya que con ello se han conseguido evitar numerosas lesiones en cuello, hombros y espalda. El sistema es producido en este momento por los dos principales fabricantes de monos presentes en el campeonato. Según el reglamento de MotoGP, también están obligados a comercializar un equipo estándar que el resto de fabricantes pueden adaptar a los monos de sus propios pilotos.

El sistema es tan sensible que se activa automáticamente mediante acelerómetros que detectan el movimiento característico que antecede a una caída. El sistema infla el colchón interior antes incluso de que el cuerpo del piloto llegue a tocar el asfalto. Por eso, cuando un piloto se levanta después de una caída es fácil distinguir esa “musculatura” adicional. Pero no es músculo, sólo es aire…

La evolución de la indumentaria de los pilotos ha resultado tan efectiva en las últimas décadas, que si el bueno de Geoff Duke se hubiera puesto alguno de los monos actuales, habría seguramente pensado que le llevaban de viaje al espacio.


Volver arriba

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Realizar un comentario implica la aceptación de nuestra política de privacidad