Cultura Motera

‘Roadbooks’: guía rápida para iniciarse en la materia

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Los ‘Roadbooks’ son unos libros de ruta muy especiales, hoy hacemos un resumen que puede servir de guía para iniciarse en su interesante mundo.

Vista de una Africa Twin en primera persona en una montaña con un Roadbook que muestra indicaciones de ruta
‘Roadbooks’: guía rápida para iniciarse en la materia

¿‘Roadbooks’ ¿por qué iniciarnos en estos libros de ruta? Repasemos. Te gustan las motos. Cada vez más. Tanto, que decides iniciarte en el mundo de los rallyes y las grandes rutas. Te preparas físicamente, buscas la mejor máquina, la que más se adapta a tu pilotaje. Y te lanzas. ¿Ya está? Ni mucho menos. Para no perderte entre mil dunas, en medio de la selva o en carreteras secundarias infinitas, están los ‘roadbooks’, los libros de ruta que serán tu guía durante la travesía. Pero no será tan fácil como tocar lo botoncitos de un GPS…

Una Africa Twin vista desde atrás con una gran maleta que muestra un mapa del mundo y un logo del Dakar

Foto: Taytaym | Flickr

A simple vista parece un aparato muy complicado, pero no es muy distinto de esas yincanas infantiles en las que nos daban un mapa con indicaciones que debíamos seguir hasta conseguir un tesoro. Aquí sucede un poco lo mismo, pero con el añadido de que llevas entre las piernas una motocicleta inmensa y de que cualquier error pueda terminar con tus aspiraciones o amargarte un viaje que se intuía maravilloso.

Vaya por delante, si vas a usarlo en una competición, que utilizar bien o mal un ‘roadbook’ te puede hacer ganar o perder un rally o una etapa. Porque no solo se trata de pilotar lo más rápido posible. Cuando el terreno es inhóspito y te es desconocido, es igual de importante no salirse del trazado, ya que un despiste nos puede hacer perder un tiempo muy valioso, por mucho que vayamos quemando rueda sobre la arena. Cuántas veces hemos escuchado en la tele que Menganito se ha salido de la ruta en el Dakar y se ha quedado sin opciones de ganar el rally…

El coche de Isidre Esteve levantando una gran polvareda al pasar por el desierto

El libro de ruta que proporciona la organización puede incluir el recorrido, el kilometraje, los puntos de control, la altimetría y los avituallamientos, así como simbología que nos señala lugares peligrosos, puentes, badenes, bancos de arena, barrancos o demás elementos que nos ponen en alerta y, de paso, nos permiten saber con certeza que estamos en el camino correcto.

A pesar de que puede ser digital, el más habitual es el electrónico, activado a través de un pequeño mando que nos permite avanzar o retroceder el rollo de papel en el que está detallada toda la información. También podemos optar por el modelo manual, mucho más económico, pero tiene el inconveniente de que nos obliga a quitar la mano del manillar para hacer girar unas ruedecitas, lo que hará que el ritmo sea mucho más lento. En la primera columna del papel aparecen los puntos kilométricos, en la segunda está la dirección que debe tomarse y en la tercera suelen colocarse los símbolos con las características del tramo, incluido, si es necesario, la limitación de velocidad.

Al margen del ‘roadbook’ deberemos disponer de los ‘tripmaster’, pantallas digitales con información necesaria para poder interpretar el libro de ruta sin cometer errores. En estos paneles aparecerá el acumulado de kilómetros de la etapa, un dato imprescindible para saber en qué punto de la travesía nos encontramos y relacionarlo con la información del libro de ruta. También pueden aparecer la velocidad y la dirección en la que estamos yendo (grados de una brújula), muy útil para los trazados fuera pista en los que no hay ninguna referencia.

Si no estáis en una competición, donde la organización os lo facilitará, y queréis descargar un ‘roadbook’ de internet, os tocará tirar de manualidades, ya que lo más habitual es que las impresoras caseras tengan papel en formato A4, no A5, que sería el correcto para estos casos. Se os imprimirá todo el libro de ruta dejando un margen que tendréis que recortar cuidadosamente (recomendable un ‘cúter’ en lugar de tijeras) de manera que la anchura sea la del soporte de la moto. También tendréis que unir unas páginas con otras (sobra decir que hay que hacerlo en orden) para poder enrollar todo el trazado. Es el trabajo más pesado, así que paciencia. Lo más habitual es utilizar cinta adhesiva, colocando una tira larga entre dos páginas, de manera que el celo sobrante quede doblado y pegado por la parte posterior. Ojo con el delicado momento de enrollar el libro. Hay que hacerlo empezando por el principio, dejando en la parte superior y a la vista las indicaciones, para poder pegarlo a los soportes del manillar. De esta manera, al enganchar el canuto en el mecanismo, la parte inicial nos quedará al principio de todo.

No hemos hablado de precios, pero tened en cuenta que el material necesario (soportes, ‘tripmasters’, botones y conexiones) supera los 1.000 euros. Eso sí, bien cuidado es un equipo que puede durar años. Podemos optar por el modelo manual, mucho más económico, que deberemos combinar con aplicaciones móvil que ejercen la función de ‘tripmaster’. No sirve de nada mirar el cuentakilómetros de la moto, ya que si tenemos que deshacer el camino, no podemos eliminar esos metros que ya se han añadido de más y que no contempla el ‘roadbook’. Eso sí podemos hacerlo (manipular los kilómetros) tanto con el ‘tripmaster’ como con estas ‘apps’ disponibles para Android y iPhone.

Al fin y al cabo, se trata de ir probando y de aprender de los errores. Una vez lo tengamos por la mano, el GPS nos parecerá la cosa menos romántica del mundo. ¡A disfrutar!

Foto de cabecera: Taymtaym | Flickr

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