Cultura Motera

Qué hacer si tu hijo te pide una moto

6 minutos

Unos consejos para cuando llega ese día en el que un hijo dice: «quiero una moto»

Que hacer si tu hijo te pide una moto
Qué hacer si tu hijo te pide una moto

Ser padre no es cosa fácil. Quiero esto, quiero aquello, tengo hambre, quiero ir al lavabo, tengo sueño, me pica la espalda, no quiero ir al cole. Gestionar esos años requiere de una gran dosis de paciencia y de una enorme capacidad de superación y de relajación. También es importante saber contar hasta 100. O hasta mil, en según qué casos. Hay ciertos momentos en los que es necesario tener a punto una respuesta ágil, concisa, inquebrantable. Para conseguirlo, lo mejor es avanzarse a esas situaciones. Y si algo tienen los renacuajos es que son previsibles dentro de un aparente caos. Hoy aquí hablaremos de esa etapa en la vida en la que al adolescente la bicicleta se le ha quedado pequeña. Tiene algunos amigos del instituto que ya tienen una. Y un día, quizás cenando o mirando la tele, se armará de valor y lo soltará: “Papá, mamá, quiero una moto”.

Lo primero es mantener la calma. Si el asunto ya se ha abordado en la intimidad de la pareja, pueden pasar dos cosas. La primera, que no quieran ver las motos ni en la tele y que no le dejen ni acabar la frase. Y la segunda, que crean que sí, que el chaval se lo merece. Si la pregunta no tiene una respuesta pactada, se puede dar esa circunstancia que los chavales tan bien aprovechan: las contradicciones entre los padres. Si uno dice “no” y el otro se muestra dubitativo, el chico se abalanzará al cuello de ese halo de esperanza como si no hubiera mañana. Lo mismo si sucede el caso contrario. Si uno dice “sí” y el otro levanta una ceja, el interesado buscará el compadreo con el costado bueno de la fuerza para intentar expulsar del debate al lado oscuro.

Hay padres que incluso se pasan la infancia y la adolescencia preparándose para este momento. Cada vez que el peque pide algo, tenga la edad que tenga, salen con la misma sentencia: “Ese camión de juguete no lo tendrás nunca, y la moto, tampoco”.

El hecho de que papá o mamá (o ambos) sean moteros de toda la vida puede ser una ventaja o un obstáculo. Puede jugar a favor por todo lo bien que lo han pasado a lomos de su máquina. Pero puede ir en contra por todo el peligro que saben que conlleva.

Dani Pedrosa levantando un trofeo

Eso sí, nos alegramos de que a Dani le compraran su primera moto.

Pero vayamos por partes. Empecemos por el ‘no’ rotundo. He aquí algunas respuestas que van a dejar al adolescente descolocado:

– Cómo quieres que te compre una moto si yo voy en autobús.

– Con el casco te vas a quedar calvo/a.

– Tu padre le pidió una moto a tu abuelo y cuando se la compre luego vas tú.

– De acuerdo, te compro la moto, pero olvídate del coche para el resto de tu vida.

– En moto ya no se liga como antes. Ahora triunfa el abono mensual del bus.

– Te compraremos una moto cuando nos digas quién mató realmente a Kennedy.

– Cuando vivas en tu casa haz lo que quieras. Mientras sigas bajo este techo, ni moto ni leches.

– ¿Una moto? Claaaaaro…; dos, te voy a comprar…

 

Hay también argumentos menos elaborados pero igual de efectivos:

– Ni moto, ni mota.

– En esta casa no entran motos.

– No, y mil veces no.

-Parece que va a llover, ¿no crees?

Es importante que estas afirmaciones se acompañen de una gesticulación muy concreta. Prohibido reírse, a no ser que forme parte de la estrategia. Es decir, si lo que se busca es que su pregunta parezca ridícula, puede estar bien que los padres se echen al suelo a carcajada limpia. Pero si se dibuja una media sonrisa…, mal asunto. Sabrá que dudamos y tirará de corazoncito para seducirnos. Hay que mantenerse erguido, y mientras se habla, levantar la mano derecha y hacer ese gesto tan de madre enfurecida de juntar los dedos índice y pulgar dibujando una circunferencia. También hay que mantener un ‘eye contact’ constante, dejando claro quién es aquí el ‘sheriff’. Cualquier muestra de debilidad será aprovechada por la parte opositora cual hiena entre inofensivos cervatillos.

Ahora vayamos al ‘sí’. Aunque se esté a favor de manera unánime, es importante que el hijo/a no lo note demasiado. Hay que hacerse el remolón. Incluso dejar la respuesta para el día siguiente, con la excusa de que papá y mamá tienen que hablarlo aunque lo tengan más que decidido. El caso es que debe darse cuenta del esfuerzo que realizan los padres accediendo a tal petición. No solo económico, también de responsabilidad como progenitores.

Ahí van algunos argumentos para el momento de dar la noticia:

– Te la mereces, y esperamos que la sepas disfrutar con sensatez.

– Compraremos la moto y esperamos ser los primeros que vayan de paquete.

-Tendrás moto, pero seremos tu sombra. Ten cuidado.

– Lo hemos estado hablando y esta familia tendrá una moto.

Marc Márquez levantando el trofeo en Montmeló

La primera victoria de Marc debió ser convencer a sus padres.

 

Si habéis sido o sois motero, quizás vengan bien estas otras:

– Sabemos bien, porque formas parte de esta familia, que respetarás a los demás y a ti mismo. Te la mereces.

– Esperamos que la disfrutes con responsabilidad, como hemos hecho siempre nosotros. Bienvenido a la gran familia motera.

– ¡Ya eres uno de los nuestros!

La pregunta se puede presentar en la adolescencia, pero sucede, en casos muy concretos, que niños que apenas conocen el abecedario ya están pidiendo una moto. Así empiezan los grandes campeones. Así empezaron Marc Márquez y Dani Pedrosa, los pilotos del Equipo Repsol Honda. Ellos fueron capaces de convencer a sus padres, y la cosa ha salido estupendamente. ¿Seréis capaces de romper la ilusión de vuestro pequeñín? Que la suerte os acompañe.

 

Foto de cabecera: Toddon | Flickr

Volver arriba

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Realizar un comentario implica la aceptación de nuestra política de privacidad